Por Santiago Senén González, Historiador
A fines de diciembre del año anterior -1958- el gobierno estudió la aplicación de una nueva Ley de Carnes que contemplaba la privatización del frigorífico de la Ciudad de Buenos Aires. El gremio se opuso a esta legislación que permitiría a la Corporación Argentina (CAP) hacerse cargo del establecimiento.
Al fracasar las negociaciones el 14 de enero, más de 9 mil obreros del Frigorífico Nacional Lisandro De la Torre, reunidos en asamblea, resolvieron la toma de la empresa estatal para impedir su privatización.
Este acto violaba el acuerdo Perón-Frondizi –según los sindicalistas- sobre la producción nacional. Y a la postre produjo el rompimiento del llamado Pacto Perón -Frondizi cuando los gremios peronistas decidieron iniciar una lucha a través de huelgas y movimientos por el regreso del líder exiliado.
Fue el "Perón Vuelve" que el general reconoció públicamente en Plaza de Mayo, 19 años después, cuando rompió con el sector combativo del movimiento de “Montoneros”. Ese día les rindió “homenaje a esas organizaciones y a esos dirigentes sabios y prudentes que han mantenido su fuerza orgánica, y han visto caer a sus dirigentes asesinados”, en alusión a la toma del frigorífico.
En la calle, más de 30 mil personas apoyan a los huelguistas; las fábricas e inclusive el comercio minorista de Mataderos, Villa Lugano, Villa Luro y Liniers cerraron sus puertas en adhesión a los trabajadores.
El movimiento fue liderado por el titular de gremio (Asociación del Personal del Mercado Nacional de Hacienda) Sebastián Borro que al igual que Augusto Timoteo “El Lobo” Vandor entrevistaron al ”Che” en la Cuba Revolucionaria.
Tres días después, a las 4 de la mañana, llegaron cuatro tanques pesados Sherman y más de 1500 efectivos de Gendarmería y Policía Federal para cumplir la orden de desalojar a los manifestantes. Por los altavoces se escuchaba el llamado de los huelguistas: "no hagan fuego, los obreros también somos de carne y hueso, los tanques deben emplearse para cuidar los intereses de la patria". Pero las fuerzas de seguridad avanzaron y falló el arma preparada para contrarrestar el ataque: los 5000 vacunos que debían impedir la entrada fueron soltados cuando los oficiales ocuparon posiciones en el interior y, a tiros, lograron volver a encerrarlos en los corralones.
Los tanques –el primero de ellos a cargo del oficial Jorge Cáceres Monié, años después General y Jefe de la Policía Federal, penetraron hacia el centro del frigorífico mientras una usina de los bomberos iluminaba el interior. Dirigentes del gremio observaban la escena desde el edificio del Sindicato, ubicado a 100 metros del frigorífico. “Detrás de los tanques venía la Federal. Uno de los grupos estaba a cargo del titular de la comisaria 42 de Mataderos Luis Margaride, famoso después en el “onganiato” por ser un “cruzado” de la moralidad pública. Entraron de atropellada, golpeando y pateando: querían tirar el sindicato abajo.
Muchos obreros consiguieron escapar y se distribuyeron por las manzanas de los alrededores. Un grupo que permaneció en el edificio se atrincheró en el cuarto piso; “No podían subir las escaleras: los gasearon y tiraron balas de goma y les respondían tirándole carros por las escaleras”.
En las calles, la lucha se prolongó durante horas y se extendió a la zona que va de la avenida Olivera hasta la General Paz, abarcando parte de Mataderos, Villa Lugano y Floresta.
La policía los corría y ellos levantaban los adoquines de las calles para que los patrulleros no pudieran pasar. Se construyeron barricadas, cortaron las calles y la energía eléctrica.
La huelga se mantuvo por dos meses y medio, pese a que la mayoría de los miembros de la comisión directiva estaban prófugos o detenidos. Finalmente, el frigorífico fue intervenido y despidieron a casi cinco mil operarios. La huelga general convocada por las 62 organizaciones peronistas y el Movimiento de Unidad y Coordinación Sindical (MUCS), formado por comunistas y sectores de izquierda, fue levantada, dos días después, por la dirección sindical.
A pesar de esta derrota, el movimiento sería, por su envergadura, por la decisión de los manifestantes, y el apoyo de otros sectores sociales, uno de los primeros de una serie de manifestaciones populares, diez años después.
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